Existencias

no todos poseen el arte de divagar

Una cosa que puede ser cierta es que nada importa si no le pones empeño, comencé a escribir este blog el año pasado, a veces creo que nadie lo conoce, pero hay pruebas de su existencia, yo se que existe por que yo soy su creador, yo dirijo el destino del blog, yo expongo lo que se muestra, yo decido que es bueno y que es malo; si tuviera que usar una analogía, yo soy dios y el blog es la humanidad.

¿A donde quiero llegar? Las cosas como las conocemos, las que definimos, las que consideramos importantes; esta regido por lo que creemos que es lo correcto, la maldad y la bondad así como las leyes de la naturaleza son cosas propias de nuestra mente y dios o cualquier ser superior también lo es (nosotros y solamente nosotros decidimos que es bueno y malo, eso espero que quede claro, una cosa es decidir que es bueno y malo y otra aceptar que eso es bueno o malo, ¿entiendes?). Hoy caminando pase por una iglesia, al ver a la gente no quise parecer el típico ateo estereotipado que pasa con rostro de mofa ante los feligreses, ellos creen en un ser superior y si eso los anima a vivir no es malo. Escuche decir a un sacerdote que es más fácil no creer, puede que sea verdad en cierto modo, pero el no creer no se trata de eso, lo más importante es no mentirse uno mismo.

Caminando un poco llego hasta el boulevard de la ciudad, desde abajo se puede estar cerca de la orilla del rio Itaya y es muy hermoso, por las mañanas es tranquilo y silencioso, el lugar me encanta a esas horas, (no hay nada mas genial que sentarse y fumar un buen cigarro mientras ocupas media hora de tu vida a contemplar el rio) unos minutos después paso una compañera de primaria, hacia mucho que no la veía, entonces recordé que ella me gustaba mucho (esos días estaba enamorado y todo eso), pero cuando la volví a ver no me importo, ni siquiera recordé esos días, lo que llamo mi atención fue el bebe que llevaba en brazos, (tiene mi edad y ya estaba formando una familia). Cuando ella me reconoció se acerco a mi, lo curioso fue que yo no recordaba su nombre, durante años ella me gusto pero ahora apenas recordaba su rostro; pero ella si me recordaba. Luego del típico acto social de saludarnos y preguntar por otros compañeros que en realidad poco nos importan, nos pusimos a conversar un momento, fue algo normal (tan normal como dos viejos compañeros de aula conversando), pero en un momento hablando de cuanto quería al padre del niño salio a relucir un recuerdo sobre mi, ella recordó cuando entro al aula por primera vez, (eso fue en segundo grado) en sus palabras tenia “mucho miedo” pasaban las horas de clase y nadie se acercaba a ella, algunos ya se conocían y hablaban entre ellos en el recreo pero el primero que se acerco a ella fui yo, verán aquella vez cuando era un niño me le acerque y le dije: ¿hola, como te llamas? En sus palabras “fuiste el primero que noto que yo existía” puede sonar raro, una niña de 7 años pensando en esas cosas, pero así fue, claro ella comenzó a gustarme algunos años después, pero yo quede en sus recuerdos, lo curioso de esta historia, es que cosas simples hacen que una persona te estime, a veces basta una palabra para hacer que el momento valga la pena, en lo que llevo en “este mundo” conocí a muchas personas pero a muy pocas recordare.

Solo puede decirse que alguna vez exististe si alguien puede recordarte, si alguien sabe de ti.

Ala se cuidan en lo que sean que hagan.